Ese Pad Thai que amas no es el plato nacional de Tailandia

Para (casi) todos, el Pad Thai es el plato nacional de Tailandia. O eso dicen las guías de viaje y los supuestos gurús gastronómicos que dicen conocer Asia. En los restaurantes siameses repartidos por todo el mundo, el famoso plato de fideos dulzones es la estrella del menú y hasta algunas cadenas europeas atraen al personal con carteles enormes que anuncian su Pad Thai, aunque luego comentan la aberración de cocinarlo con espaguetis en lugar de con fideos de arroz.

Pad Thai
Pad Thai.

Vamos, que cualquiera puede pensar que los tailandeses están todo el día dándole al Pad Thai, e incluso muchos de los viajeros que visitan este país así lo piensan. Como se alojan en Khaosan al llegar a Bangkok y se centran en lugares turísticos, ven fideos fritos por todas partes. Recuerdo unos supuestos expertos en Tailandia que hicieron un vídeo diciendo que “el Pad Thai es el plato de Tailandia y el más bueno lo hacen en los puestos callejeros de Bangkok”.

Tremenda falta de miras la de los tipos que dijeron aquello, si bien nos pasa a casi todos. Recuerdo el primer día que aterricé en Bangkok y fui paso firme al barrio mochilero, como casi todo el personal, y ahí me topé con las montañas de de fideos que vendían a poco más de medio euro el plato. “A esta peña les mola la pasta frita”, pensé. Y menudo error de cálculo. Porque el Pad Thai callejero de Khaosan es una horterada comparable al Paellador de las Ramblas en Barcelona.

Pad Thai en Khaosan
El Pad Thai callejero en Khaosan es barato, pero también industrial y cargado de salsas.

Lo más curioso del asunto es que, a veces, los mitos y las mentiras pesan más que las realidades. El Pad Thai no solo no es el plato nacional de Tailandia, sino que los propios tailandeses no lo comen. Es más, en un restaurante donde no haya extranjeros difícilmente lo encontrarás y el “salteado tailandés” -como podría traducirse su nombre- es algo que las gentes del lugar comen de higos a brevas. Más bien casi nunca.

Ya resulta irrisorio que el origen del Pad Thai se encuentre en el ansia nacionalista de un dictador por querer pasar a la historia de los libros de cocina. Quiso cambiar los hábitos culinarios de su pueblo y ser recordado por ello, pero una cosa es que a los tailandeses les roben la democracia y tengan que pasar por el aro y otra muy distinta que les digan lo que hay que comer.

Pad Thai malo
La aberración de usar espaguetis para hacer un Pad Thai es tan infame como echar chorizo en la paella.

El efecto secundario inesperado de la irrupción del Pad Thai en la gastronomía tailandesa fue que, si bien a los siameses no les entró ni por el ojo ni por el paladar, el salteado tailandés encandiló a los extranjeros y en unas décadas se convirtió en el favorito de los turistas. Al fin y al cabo está muy bueno y se adapta perfectamente al gusto de aquellos que desconocen la gastronomía asiática pero quieren adentrarse en ella.

Plato nacional quizás no, pero nacionalista sin duda

En el primer tercio del siglo XX, los demócratas acabaron con la monarquía absolutista en Tailandia, pero las libertades no duraron mucho. Porque al patriota general del ejército Plaek Phibunsongkhram no le gustaba aquello de las urnas, así que tras hacer sus pinitos electorales con su flamante Partido Popular, decidió que lo de las elecciones no le iba, por lo que prefirió hacerse con el poder a la brava. Por lo que en 1938 se convirtió en el primer golpista de la historia moderna que derrocaba a un gobierno electo y se hacía con el poder a las armas.

Phibun, como se le llamaba habitualmente, quería pasar a la historia más allá que como golpista. Así que lo primero que hizo para dejar su huella fue, en 1939, cambiar el nombre de Siam por el de Tailandia, que viene a significar algo así como la tierra de los hombres libres, curioso nombre teniendo en cuenta que lo imponía el cercenador de libertades, al menos democráticas. También reinstauró muchos de los mecanismos absolutistas de la monarquía, pero eso ya es otra historia.

Phibun Pad Thai
Phibun y la que sería su creación.

Nuestro hombre, dicen, no era muy popular entre los suyos. Ni siquiera entre algunos militares, que dos décadas después le arrebatarían el poder también a las armas y lo exiliarían a Japón. Así que decidió buscar algo que le hiciera popular entre los suyos. Y eso iba a ser el Pad Thai. Una delicia que tenía que rezumar orgullo patriótico hasta extenuar al personal.

La segunda guerra mundial había provocado una escasez de arroz en el mundo, y el gobierno de Phibun decidió promocionar los fideos, que habían llegado desde China en los siglos anteriores. Así que decidió reunir todos los sabores que consideró ganadores junto a las escaseces del momento y, cómo no, sus rencillas nacionalistas.

Los fideos, cómo no, tenían que ser de arroz, los que en muchas ocasiones los siameses llaman kuaytiao y que tan populares son en sus sopas. Lo siguiente era el sabor, que mezclaría gustos salados, agrios y dulces, dejando de lado el picante que tanto gusta por estos lares. Y si bien puede consumirse sin proteína alguna, se le permitió añadir pollo o, si había dinero, la joya de la corona de un país orgulloso de sus mares como son las gambas.

Lo que Phibun y los suyos prohibieron con ahínco fue echarle cerdo al Pad Thai, ya que en aquellos tiempos la carne porcina se relacionaba con China. Y nuestro dictador decía estar en las antípodas de los de Mao, pese a que ambos líderes compartieran la aversión por las urnas y estuvieran igual de encandilados por el poder absoluto.

El nombre, cómo no, tenía que reunir todo el orgullo nacionalista que transpiraba por todos los poros del dictador de aquel vetusto Partido Popular de Siam, digo Tailandia. Así que Phibun bautizó a sus fideos como Pad Thai, usando el flamante nombre con el que había rebautizado a su país, y que podría traducirse como “el salteado del pueblo libre”. Ahí es nada.

Fiasco culinario y exitazo turístico

El Pad Thai logró sobrevivir a trancas y barrancas hasta la época actual. Se desconoce si fue un exitazo o simplemente un consuelo en los tiempos en los que escaseaba el arroz, ya que los historiadores no se ponen de acuerdo en las vicisitudes de tan popular plato. Pero lo que es obvio es que, pese a sobrevivir al paso de los tiempos, los tailandeses no comen Pad Thai. Y cuando quieren comer fideos fritos, prefieren su Phad See Ew. Y yo también.

Lo que sin duda no esperaría el dictador Phibun era que el Pad Thai fuera ninguneado por su pueblo pero abrazado por los extranjeros, que lo veneran como el faro gastronómico de Tailandia. Se dice que es porque reúne todo lo que un occidental interesado en lo culinario de Asia gusta: fritura, fideos, gambas salteadas y dulzor, mucho dulzor. Porque gran parte de su éxito entre las gentes de redondos ojos es que no pica en una tierra donde la guindilla abunda.

Pad Thai
Un Pad Thai bien cocinado.

Siendo sinceros, el Pad Thai está ciertamente muy bueno. Para uno que adora el picante y lleva demasiado tiempo por aquí, no obstante, merece mucho más la pena disfrutar de las ensaladas de papaya, el tomyam siamés o el plato seguramente más consumido, el Phad Kaphrao, o arroz salteado con albahaca. Pero como una entrada a la gastronomía tailandesa, los fideos fritos nacionalistas de Phibun son sin duda una gran opción. Aunque los tailandeses no les hagan mucho caso.

A contrapelo, por Luis Garrido-Julve
A contrapelo, por Luis Garrido-Julve.
1400 933 Luis Garrido-Julve
2 comentarios
  • Gran articulo Luis, la verdad es que para alguien como yo (que odia el picante) es un plato muy recurrente cada vez que voy a Tailandia, supongo que es una turistada, pero me esta muy rico.

  • Qué grande eres Luis(!!! A mi personalmente nunca me gustó, hay otros platos mucho más ricos para mi apetito;) Gracias por introducir un poco de la historia de este país entrelineas..

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