Pobre Kota Bharu, interesantísima ciudad malaya de marcado carácter musulmán, auténtica donde las haya, ribereña y pegajosa, con muy buena y barata comida y unas gentes que con sus brazos abiertos se sorprenden de los poquísimos viajeros que hacen parada en ella, ya sea porque el resto no dispone del tiempo suficiente para hacerlo, ya sea por su desconocimiento o por cómo las cercanas islas Perhentian acaparan por sí solas el interés de todo el noreste del país.
Kota Bharu
Un repaso a la ciudad
Dejémoslo en que, al menos de entrada o de salida de las maravillosas islas vecinas, Kota Bharu bien merece una parada de dos días, porque en ella se respira ese aroma auténtico de la sencillez de las gentes trabajadoras, muy pendientes de sus cinco rezos diarios, de comer bien, de ser un punto de conexión con Tailandia y de agradar a todos aquellos que por allá se dejan caer.
Y eso es lo que desde Conmochila hemos disfrutado estos días, porque la van furgoneta que desde Kuala Besut (entrada o salida de las islas) lleva a toda la gente al aeropuerto, a mí después me dejó en el centro. Me puse manos a la obra para buscar un hotelito bueno, bonito y barato, de entre los que previamente había preseleccionado en la búsqueda de las apps que ya todos conocemos.
Me doy mis primeros paseos y la ciudad no es ni fea ni bonita sino todo lo contrario, vamos que no os esperéis grandes atractivos turísticos. A la caída de la tarde es recomendable bajar al riverside del río Kelantan, que le da nombre al estado del que es capital Kota Bharu y que pasa por ser el más musulmán, junto con el de Terengganu, de toda Malasia.
Ahí encontraréis la Torre del reloj y bastantes restaurantes de comida callejera, muy rica y alucinantemente barata.
Al día siguiente conviene arrancar la mañana por el mercado central (Siti Khadijah), donde hay de todo (textil, carnes, pescados, hortalizas, frutas, dulces, especias, restaurantes y puestos callejeros…), repartido en tres plantas en un edificio que podría ser hexagonal u octogonal (se admiten apuestas) cargado de colores y con un ventilador gigante en la cúpula.
Más hacia el río encontraréis el palacio de los antiguos sultanes de Kelantan, con sus recargados adornos dorados y las mezquitas del entorno, muy auténticas y plagadas de hombres en las horas de los rezos.
La tarde la podéis dedicar a perderos por los callejones del otro centro de la ciudad, donde se encuentra (en qué ciudad de Malasia no?) el dichoso arte callejero. Si se dispone de tiempo para viajar por el país acabaréis hartos de esa obsesión absurda de colocar (supuesto) arte callejero en todas las ciudades importantes.
Hemos de decir que tanto en Georgetown como aquí en Kota Bharu algo de arte parece que hay, y en el caso que ahora nos atañe al no tratarse de una ciudad turística las expresiones artísticas sí que son auténticas porque retratan escenas de la vida cotidiana y otras relatan pasajes de guerras y atrocidades.
En la noche os podéis dar un paseo por el Night Bazar y cenar en los restaurantes del centro o acercaros a Chinatown donde hay unos sitios espectaculares para asentar el estómago y en ellos, como excepción en la ciudad, podréis encontrar cerveza. Y después a pasear o a dormir al hotel porque la ciudad baja sus persianas bien prontito.
Porque Kota Bharu no tiene nightlife ni nada que se le parezca, tampoco hay cines, así que a la gente le gusta salir a cenar y a tomar en los cafés esos tés y cafés cargados de azúcar, leche normal y mucha leche condensada (teh tarik), así como ricos y potentes dulces. Y que no falte la conversación.
Y es aquí donde se nota otro de los caracteres diferenciadores de KB, la mayoría de la gente habla inglés en las grandes y medianas ciudades, pero aquí a veces hay que buscar gente que ejerza de traductor y eso siempre tiene su encanto, el objetivo es comunicarse, ya sea con la ayuda de la gente, del traductor off-line o del lenguaje corporal.
Hay muchos cafés y restaurantes, callejeros o no, y es ahí donde termina la vida nocturna de una ciudad de cuenta con medio millón de habitantes. Además de cerveza en algunos restaurantes chinos también podrás comprar otras bebidas en un licorería céntrica, que por supuesto regentan unos chinos.
Los paseos por la ciudad están acompañados por los rezos de los imames que salen de los altavoces de los minaretes. También se puede pasear o correr en paralelo al río o en una parquecito que forma parte del exterior del palacio principal.
Con unas idas y otras venidas se consumieron cuatro días tranquilos en la capital de Kelantán. La terminal de bus como en tantas otras ciudades está muy apartada del centro, así que me tocó pillar un Grab porque no hay transporte público a la estación. Y enfilé camino hacia el sur, hacia Kuala Terengganu.
Dónde dormir
Aunque esté a 600m del centro, bien merece la pena alojarse en My Place hotel KB, un lugar bastante bien arreglado y por un precio asequible.
Localización
Recuerda
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