No teníamos ni idea de que existía este templo. Y eso que incluso hemos vivido en Chiang Mai. Pero por lo que sea, el Wat Sri Suphan —más conocido como el Templo de Plata— no suele figurar entre los templos de Chiang Mai más conocidos ni en las rutas más trilladas. Está ahí, medio escondido, brillando en silencio.
¿Conocías de su existencia? Si es así ya sabes de lo que hablamos, pero si estás pensando en visitar la ciudad te recomendamos que pases a visitarlo. No te decepcionará.
Si quieres combinar el Templo de Plata con otros más, dispones de un tour privado por los templos de Chiang Mai con guía en español, así puedes hacer una visita de un día bien completo.
Si vas por tu cuenta, desde el centro histórico se puede llegar a pie en unos 20 minutos, o bien tomar un songthaew (camioneta roja) que te deja cerca por muy poco. O puedes tirar de Grab o Bolt, que es la opción que va ganando más adeptos cada día.
Este templo, situado en la calle Wualai —la misma del mercado de los sábados—, parece más una pieza de arte que un recinto religioso. Cada centímetro está cubierto de relieves, escenas talladas a mano, criaturas mitológicas y detalles imposibles. Todo en plata, níquel y aluminio.
No es antiguo como otros templos de la ciudad, pero tiene algo especial: nació en el siglo XVI, aunque fue en tiempos recientes cuando los artesanos del barrio decidieron cubrirlo con el brillo de su oficio. Y el resultado es tan hipnótico como surrealista.
Caminar por su recinto es como adentrarse en un lugar fuera del tiempo, donde las normas cambian un poco. Aquí, por ejemplo, las mujeres no pueden entrar al edificio principal. Es una decisión basada en antiguas creencias sobre la energía espiritual del lugar.
Nosotros respetamos la norma, como visitantes que somos, pero no podemos decir que nos resulte agradable ni fácil de aceptar.
Desde fuera, eso sí, se puede admirar el corazón del templo, con sus dragones plateados custodiando la entrada y las paredes convertidas en un mural en relieve.
Cuando el sol cae, las superficies brillan de forma distinta, como si el templo se encendiera desde dentro. A esa hora, la mayoría de visitantes ya se han ido, y todo se queda en silencio.
Solo queda el chisporroteo de las velas, alguna campana lejana y los ecos de los martillos de los plateros que siguen trabajando cerca, como si no pasara el tiempo.
El Wat Sri Suphan (o Templo de Plata) no es el más grande, ni el más importante, ni el más visitado. Pero es uno de esos lugares que se te quedan en la memoria, como una imagen que no encaja del todo con lo que esperabas ver. Y eso, en un sitio como Chiang Mai, ya es mucho decir.
Además, si uno se acerca con calma, se descubren detalles realmente curiosos: grabados de Buda en los que todo el conjunto está realizado en plata excepto la figura del propio Buda, que aparece en dorado.
También hay relieves que representan símbolos y monumentos de otros países, así como la evolución humana un tanto curiosa o el grabado del antiguo billete de 1000 bahts, lo que sorprende en un templo budista tradicional y le da un aire aún más insólito.
Lo ideal es ir al final de la tarde, cuando el calor afloja y el templo comienza a brillar de una forma casi mágica con la luz del sol bajo. Pero si se visita de día, es importante llevar agua y protección solar, sobre todo si se va caminando.
Una buena idea es planear la visita para un sábado, cuando la calle Wualai se llena con el mercado nocturno (uno de los mercados de Chiang Mai). Así se puede combinar la tranquilidad del templo con el bullicio y los aromas de los puestos callejeros.
Un plan perfecto para matar dos pájaros de un tiro: algo de cultura y algo de picoteo, todo en la misma zona.
Para finalizar comentar que la entrada al Wat Sri Suphan es libre, aunque se agradecen las donaciones, especialmente porque los trabajos de restauración y decoración siguen en marcha gracias al apoyo local.