¿Te estás planteando hacer un viaje en familia a un destino lejano pero tus hijos todavía son muy pequeños? ¿Tienes dudas, temores? ¿Tienes miedo de que en vez de unos días de descanso las vacaciones se conviertan en una pesadilla?
Te entendemos, nosotros hemos pasado por ahí y a pesar de haber estado mucho tiempo por Asia, volver con un niño pequeño, o con un bebé, siempre despierta nuevos miedos (quizás más si vais a hacerlo de mochileros). Y a las preguntas que uno se hace se suman, además, los comentarios de la gente más o menos bienintencionada…. ¿Tan lejos? ¿Es preciso? ¿Pero, para qué? Si encima ni se acordará…
Un viaje en familia por tu cuenta
- Viajar con un niño de 2 años
- Rabietas
- Al grano
- Cómo evitar que el viaje se convierta en una pesadilla
- Viajar en compañía
- Trayectos cortos y en momentos clave
- Juguetes
- Transporte: lo más seguro posible
- Alojamiento
- Momentos exclusivamente para los niños
- La hora de comer
- Carrito y porteo
- Salud y seguridad
- Mosquitos
- Intoxicaciones alimentarias
- Seguro de viajes
- Visita al centro de vacunación internacional
- Botiquín
- Tailandia con niños
- Malasia con niños
- Laos con niños
- Recuerda
Viajar con un niño de 2 años
La verdad es que, ¿para qué nos vamos a engañar?, lo más sencillo a la hora de viajar en familia es hacerlo a destinos cercanos. Tenemos muchos lugares en España y en Europa como para dedicar toda una vida pero de vez en cuando a algunos nos da por escaparnos un poquito más lejos, sobre todo si antes de tener hijos hemos sido disfrutones de los viajes y hay zonas del planeta que nos han atrapado, como a nosotros el sudeste asiático.
Sin embargo, ir de vacaciones a un lugar relativamente cercano con niños pequeños es una cosa (que ya puede ser intensa), pero hacer un viaje de varias semanas a un destino más lejano, otra, y en este artículo os contaremos cómo ha sido nuestra experiencia en este segundo gran viaje en familia y cómo ha cambiado la cosa en un año.
Nos referiremos en este artículo a niños de alrededor de 2 años.
En nuestro caso Andreu tenía 21-23 meses durante el tiempo que duró el viaje y estaba en ese momento en el que los niños empiezan a hablar más, tienen más independencia y quieren hacer todo por su cuenta. Pero no puedes esperar todavía que te hagan mucho caso, pues no entienden las cosas como a nosotros nos gustaría. Y ahí es cuando se complica un poco el viaje.
La gran diferencia entre el viaje anterior (con un bebé por Jordania, Tailandia y Malasia) es que Andreu no tenía todavía el año y no caminaba, entonces era más fácil controlar la situación. A la hora de hacer actividades con él era como llevar una mochila más (el porteo nos ayudó muchísimo) y como él todavía no era tan consciente de lo que pasaba a su alrededor, el cambio de ciudades y de rutinas no le afectaba a la suya.
Él se dedicaba más bien a comer, mamar, dormir y a ratos gatear por donde fuera que estuviese en ese momento, todo le iba bien.
Sin embargo, en un año de diferencia, nada tiene que ver nuestra forma de viajar. Por poner un ejemplo, este año hubiera sido complicado hacer la caminata que hicimos en Petra, desde el monasterio hasta el wadi de la entrada, porque ahora no quiere carro ni porteo, y todo ese trayecto a pie o en brazos sería una tortura.
Y es que además, alrededor de los 15-18 meses suelen empezar a tener rutinas más fijas, una hora aproximada para la siesta o irse a dormir y hambre a horas parecidas. Esto a priori es una ventaja en el día a día, pero si hay que hacer un viaje, todo va a cambiar: el alojamiento, el horario (a veces incluso con jetlag), la comida, la gente de nuestro alrededor…
Es muy posible que nuestros hijos no acepten todos esos cambios de buen gusto, algo comprensible, y, de alguna forma u otra, nos lo van a intentar comunicar. Y es que, alrededor de los 2 años, empieza la tan temida etapa de las rabietas.
Rabietas
Lo primero que hay que hacer cuando empiezan a aparecer las rabietas es aceptarlas como algo normal del desarrollo y entender que son la forma de manifestar la frustración de un niño. A partir de ahí hay que mentalizarse, estar, escuchar y aprender a manejar esos momentos tan delicados lo mejor posible.
Viajando se complica un poco más, porque no es lo mismo una rabieta en casa que una fuera del hogar, en un lugar concurrido o lejos del alojamiento, algo que a nosotros, los padres, nos puede añadir estrés. Por eso es mejor estar preparados.
Para mí, lo mejor para afrontarlas ha sido entender su porqué y para eso me ha ayudado mucho leer libros como el de Rabietas de Miriam Tellado, o, algo más resumido, esta Guía práctica para calmar, acompañar y prevenir rabietas.
Saber que las rabietas aparecen sí o sí, que no importa lo bien que tú creas que lo estás haciendo con la crianza porque las va a tener igual, y aceptarlas como lo que son, parte de su desarrollo, a mí me ha quitado paranoias de la cabeza.
¿Que son igualmente momentos complicados? Evidentemente, pero afrontar una situación desde la seguridad y sabiendo que es una etapa más no es igual que hacerlo desde la inseguridad y el miedo de pensar que las tiene por tu culpa o porque lo estás malcriando, que es lo que puede que te diga alguien que, lo que sé seguro, es que no pretende ayudar.
¿Podemos evitarlas? No, al menos no todas.
Algunas de las rabietas las podremos evitar llevando siempre con nosotros comida y agua, pues ya sabemos que el hambre y la sed pueden ser motivo de enfado repentino en un niño pequeño. Con las necesidades básicas cubiertas, las probabilidades, al menos, no aumentan.
Es también importante no hacer salidas muy largas y volver al alojamiento antes de que tu hijo esté ya demasiado cansado. Si llegamos a la habitación cuando ya se ha «pasado de rosca», puede ponerse nervioso, que le cueste más conciliar el sueño o tener una rabieta.
En resumen: ser precavidos y evitar que pasen hambre, sed o sueño.
Al grano
Voy a ser totalmente sincera y voy a admitir que este viaje de dos meses y medio por Corea del sur, Tailandia y Laos ha sido el más duro para los dos (para Toni y para mí).
Y que, aun siendo una experiencia que nos ha aportado muchísimo, en estos casi 3 meses de viaje ha habido momentos de ¡hasta aquí hemos llegado! sacar el portátil y buscar vuelos para adelantar la vuelta (sí, nosotros que nos creemos tan viajeros).
Afortunadamente hemos sabido parar, respirar, relajarnos, hablar y tranquilizarnos. Y al final nos quedamos con todo lo bueno y con el recuerdo de lo bien que se lo ha pasado nuestro hijo, que es el que más ha saboreado cada minuto de su estancia en cada destino, con lo bueno y con lo malo.
En fin, todo lo que viene a continuación es lo que me pienso repetir a mí misma si hacemos un viaje en los próximos 2-3 años, a ti, ojalá te sirva.
Cómo evitar que el viaje se convierta en una pesadilla
Menos destinos, estancias más largas. Puede parecer una obviedad, pero todo es mucho más fácil si el viaje incluye menos destinos y estancias más largas.
Nosotros cometimos el error de querer hacer un viaje al uso viajando como hacíamos antaño, con un itinerario que incluía 2-3 días en cada destino por Corea del Sur. Nos confiamos porque el año anterior, en el viaje por Jordania así lo hicimos y no tuvimos ningún inconveniente. Pero esta vez, a las 3 semanas de viaje, decidimos que íbamos a cambiar de planes.
Ya íbamos con pocas expectativas, preparados para viajar al ritmo de Andreu, pero aun así, sentimos que forzamos la maquinaria. Querer hacer cosas y no poder seguir el ritmo que en nuestra cabeza planeábamos cada mañana (y repito, que no eran muchas), nos terminó frustrando. Como tener que coger transportes cada 2-3 días, con el estrés que eso supone con un niño.
Y repito, creíamos que sabíamos a los que íbamos, y aun así nos dimos un golpe de realidad que hizo que cambiáramos de estrategia.
A partir de ese momento decidimos que el resto del viaje se iba a convertir en unas vacaciones en las que, cada 8-10 días, cambiaríamos de ciudad. De esa forma conseguimos crear pequeñas rutinas y el no correr nos quitó estrés, así que con los niveles de cortisol de toda la familia en un rango aceptable, conseguimos más paz para poder disfrutar del viaje.
La última parte del viaje fue un itinerario de tres semanas por Laos y el noreste de Tailandia, con movimiento otra vez. Era algo que ya teníamos planificado con unos amigos y no quisimos modificar, pero a ellos les gustan los niños y su compañía fue de tremenda ayuda, así que fue otro cantar.
En resumen: hacer un itinerario planeando estancias de 4-5 días mínimo en cada destino.
Viajar en compañía
Esto me lleva a hablar de hacer el viaje con más gente, no solo padres e hijos. Alguien que nos pueda echar una mano o al menos que sea consciente de lo que es viajar con niños, esté dispuesto y de paso nos haga algo de compañía, recordándonos que hay vida más allá de la maternidad y paternidad.
Es un tema delicado, pues si se hace ha de ser con alguien de muchísima (¡muchísisima!) confianza y que, además, tenga buen feeling con tus hijos.
Una mala combinación puede ser explosiva y empeorar el viaje, ya sabemos que en convivencia y viajando aparecen todas las fricciones. Una abuela, abuelo, mejor amiga, otra familia… la cuestión es encontrar la forma de hacerlo más llevadero.
Andreu ha viajado dos veces con mi amiga Andrea. Es alguien a quién él quiere (se quieren) porque le hace caso, juega con él, tiene paciencia y no le importa ponerse a bailar en medio de la calle para entretenerlo. Ella ve cuando yo necesito una mano antes de que yo se la pida y sé que con ella voy a poder descansar 5 minutos si los necesito.
Y las madres sabemos que a veces 5-10 minutos son necesarios para resetear. A ese tipo de compañía de viaje me refiero. Si no, es mejor seguir viajando solos.
Trayectos cortos y en momentos clave
Lo que más hemos aborrecido durante este último viaje han sido los desplazamientos entre destinos, sobre todo si duraban más de un par de horas.
Entretener a un niño de aproximadamente 2 años en un vehículo con el espacio limitado y encima procurar molestar lo mínimo, es de las cosas más estresantes que hemos hecho como padres viajeros, sobre todo si se quiere evitar al máximo las pantallas (recomiendo mucho la lectura de La fábrica de cretinos digitales).
Un trayecto corto se pasa rápido mientras lo entretienes con algún juguete, dándole algo de comer y mirando por la ventanilla, pero si se alarga más es otro cantar.
Tampoco es lo mismo viajar en autobús que en tren, pues en este último medio de transporte hay mucha más libertad de movimiento y los espacios entre vagones son un buen lugar en el que refugiarse si la cosa se pone tensa.
Por cierto, aunque haga mucho calor en la calle, lleva siempre algo de manga larga para subir a cualquier medio de transporte, en el sudeste asiático en general son muy amigos del aire acondicionado a tope, hasta tal punto que deseas salir a pasar calor otra vez.
Hablando del sudeste asiático, ya sabes que para llegar allí los trayectos de 6-8-10 horas por vuelo (con sus escalas más o menos largas) no te los quita nadie, y en este caso no hay más remedio que afrontar el momento.
Cabe decir que, aunque no siempre se puede elegir el horario del vuelo, hacerlo por la noche es una maravilla. Nosotros hicimos el viaje de ida de día y el de vuelta de noche, y no hay color. Mientras que en el primer viaje nos volvimos locos tratando de entretener a la fiera 6 horas (solamente hizo una pequeña siesta), de vuelta a casa durmió prácticamente todo el viaje (¡qué maravilla!).
En resumen:
- Si se puede, hacer trayectos cortos y si coincide con la hora de la siesta, mucho mejor
- Tren mejor que bus. Bus mejor que minivan
- Lleva siempre ropa extra, alguna prenda larga por si el aire está muy fuerte, manga corta por si hace calor
- En caso de tener que hacer un viaje muy largo, en base a nuestra experiencia, lo ideal es hacerlo de noche
Pero si resulta que has encontrado el mejor vuelo con la mejor oferta, es de día, son muchas horas y no os queda más remedio, estad preparado y tened recursos: paciencia, juguetes y mucha imaginación.
Juguetes
En un viaje de varias semanas lo que menos quiere uno es llenar la mochila de trastos, así que el baúl de juguetes de los niños no puede venir con nosotros. Eso no quiere decir que la criatura no se pueda llevar cosas con las que entretenerse, simplemente será cuestión de buscar juguetes que abulten menos.
¿Qué tipo de juguetes podemos llevar?
Minicuentos: Si a la niña o al niño le gusta la lectura, los cuentos se pueden conseguir en miniatura, así en vez de llevar un libro grande, puedes llevar 10 pequeños, como son los minilibros de Kalandraka. Nos los llevamos por recomendación de una amiga y, si aciertas con alguno de los cuentos, la verdad es que son una maravilla.
Marionetas: Si lo que le gusta mucho son los peluches, los títieres o marionetas de mano son tu gran aliado. Al carecer de relleno, abultan muchísimo menos.
Pintar: Una libreta y unas cuantas pinturas no pueden faltar en tu mochila
Música: Si descargamos música en el teléfono y nos llevamos los auriculares, siempre podremos tener un rato de música y baile.
Libros de pegatinas: Algo con lo que hemos triunfado también este último viaje han sido los libros de pegatinas. Los suelen tener en las librerías de los aeropuertos y son algo muy entretenido.
Cochecitos: si tienes un loco o loca de los vehículos, los cochecitos terminarán apareciendo por cualquier bolsillo…
Transporte: lo más seguro posible
Este tema es más delicado, pues no siempre es posible desplazarse de forma tan segura como nos gustaría. En casa, para nuestro coche, nos hacemos un máster en sillitas con la intención de viajar con la máxima seguridad, pero cuando tenemos que subir a un coche que no es el nuestro, en la otra parte del mundo, las sillitas la gran mayoría de veces, son inexistentes.
En caso de que vayáis a alquilar un vehículo para todo el viaje, podéis llevar vuestra propia silla (recuerda que en el avión al viajar con un bebé puedes llevar varios bultos de equipaje, consúltalo con la compañía según la edad). Nosotros así lo hicimos para viajar por Jordania el año pasado, pero si no es así, lo mejor es evitar los taxis o minivans al máximo, los conductores no suelen ser demasiado precavidos y las carreteras en algunas zonas no son las mejores.
En las ciudades puedes optar por la seguridad del metro o el tranvía, en vez de los taxis. Y para ir de un destino a otro, si hay tren, también va a ser de las mejores opciones.
Atrás quedaron los días de ruta en moto… Algún día volverán…
Alojamiento
A la hora de dormir no hace falta buscar un lugar específico para niños, pero sí que es verdad que hay detalles que hacen la estancia más cómoda. Los alojamientos con zonas comunes o piscina conseguirán entretenerlos un montón.
Y a la hora de escoger habitación, siempre será más cómodo optar por una más ancha, si la hay (esto es sobre todo de ayuda si vas con un bebé que gatea).
En caso de necesitar cuna, algunos hoteles ofrecen la opción de montar una, se puede comprobar desde la plataforma en la que lo contrates.
Momentos exclusivamente para los niños
Otra cosa que hemos aprendido durante este viaje es que aunque un plan de adultos sea apto para niños, sigue sin ser una actividad infantil. Estando en Seúl visitamos varios de sus palacios con jardines, lugares que a priori nos parecieron buenos para que un niño corra y se entretenga.
Sin embargo, cuando haces turismo estás intentando observar y empaparte de ese lugar, estando menos presente, y los hijos tienen una capacidad especial para notarlo.
Incluir actividades que sean única y exclusivamente dedicadas a ellos, porque forman parte de la familia, quitará tensión y relajará a los niños. Un rato de parque de bolas, de kids café, de piscina, de paseo por un parque, aunque sean un par de horas al día. Ellos lo notarán mucho.
La hora de comer
Dependiendo del niño, de la etapa en la que se encuentre y de cómo lo llevemos nosotros, las comidas pueden ser un momento de disfrute o una pesadilla.
Si tu hijo está en una etapa de neofobia alimentaria, o lo que es lo mismo, que no le apetece probar comida nueva (este concepto lo aprendí en el libro de Julio Basulto Se me hace bola), puede que se te haga una montaña salir a comer con él.
Hoy en día encontrar platos occidentales típicos ya no es un problema en casi ningún destino, menos aún el que habrás elegido para ir en familia, que doy por sentado que no va a ser el más remoto si estás viajando con niños pequeños y consultando nuestra web. Es fácil dar con platos de arroz, pasta o tortillas (cosas que suelen triunfar entre todos los niños), sobre todo en una zona turística.
Si la alimentación no es un problema del día a día ni motivo de rabietas y os apetece probar cosas, ¡adelante! Conocer la gastronomía de antemano también ayudará. Pero es que hay países en los que la variedad es tal que siempre vais a encontrar algo que os acople a todos.
En Tailandia hay muchos platos de noodles (como el pad thai o el pad see ew), los arroces fritos se sirven en cualquier restaurante y si encima lo acompañas todo con un coco para beber, diversión asegurada.
Eso sí, cuidado con el picante, en Tailandia, un “mai pet” bastará para que no haya ni rastro de chili. No estés tentado de decir “pet nitnoi” (un poco picante) porque ahí sí que podréis ver las estrellas…
Siguiendo con este paseo gastronómico por el sudeste asiático, el arroz y los bocadillos baguettes (herencia francesa) los encontrarás por todas las calles en Laos o Vietnam.
Pero si hay un país que destaque por su variedad gastronómica ese es Malasia gracias a su rica mezcla cultural china, india y malaya. Aquí es más complicado no acertar con algo; noodles, rotis, nans y arroces acompañan a todo tipo de platos con verduras y salsas exquisitas.
Voy a aprovechar este párrafo para decir que, además del libro que ya he mencionado, hay unos cuantos de alimentación infantil que me han aportado (y tranquilizado) tanto que me parecen imprescindibles. Con la información que nos aportan todos ellos hemos aprendido a disfrutar del momento de la comida en familia.
- ¿Qué le doy de comer? de Aitor Sánchez y Lucía Martinez
- En boca de todos de Juan Llorca y Melisa Gómez
- Mi niño no me come de Carlos González
- Alimentación vegetariana en la infancia, de Julio Basulto, Maria Blanquer, Maria Manera y Pepe Serrano
Carrito y porteo
Como cada niño es un mundo, a la pregunta de si es mejor carrito o porteo deberá responder cada familia.
Es verdad que hay lugares por los que es imposible pasear un carro, como ruinas, desierto, playas, incluso algunas ciudades caóticas invitan a dejarlo en casa. Sin embargo mi recomendación es, si el niño todavía acepta el porteo, llevar ambas opciones.
Los carros ligeros y plegables son muy cómodos y si no se usan mucho, al menos nos servirán para llevar las maletas en aeropuertos y desplazamientos… El Baby jogger city tour 2 que llevamos nosotros está resultando todo un todoterreno (cuando no lleva al niño nos sirve de trolley para llevar las mochilas).
Salud y seguridad
Hace unas semanas pregunté en instagram qué era lo que más nos preocupa a los padres a la hora de escoger un destino. La respuesta más repetida era, obviamente, todo lo relacionado con la salud y también la seguridad del país. Siendo más concretos muchos mencionaron el temor a los mosquitos.
Mosquitos
Respecto al tema de las enfermedades que se pueden contraer por picadura de mosquito creo importante resaltar un par de cosas. La primera es que en los países con clima tropical no siempre hay la misma cantidad de mosquitos, recuerda que hay estaciones de lluvias y otras secas y en estas últimas los mosquitos no son los protagonistas, así que evita las temporadas de lluvias.
Además de escoger viajar en época seca, recomiendo también llevar un buen repelente, uno que funcione de verdad. Nosotros llevamos el Goibi pediátrico, que se puede utilizar en niños a partir de los 6 meses.
Intoxicaciones alimentarias
Algo que también podemos evitar son las intoxicaciones alimentarias teniendo en cuenta normas básicas de higiene: lavarse las manos antes de comer (los niños lo tocan todo), evitar la carne poco hecha, la verdura cruda, descartar lugares sospechosos (¿no come nadie ahí? mejor tú tampoco), comer fruta pelada o lavada por nosotros mismos, ser un poco más precavido con la comida callejera…
Lo de siempre pero prestando un poquito más de atención.
Seguro de viajes
No son pocas las veces que aparecen en los periódicos noticias de gente que se ha ido de viaje sin seguro de viaje (o con uno con poca cobertura), ha tenido un percance, han necesitado atención médica y entonces han sido conscientes del dineral que vale todo: las pruebas diagnósticas, la hospitalización, los tratamientos…
Al drama del problema de salud, se añade el del dinero.
Es una suerte vivir en un país en el que uno no se tiene que preocupar de lo que vale la atención sanitaria, algo que tenemos que agradecer en España, pero no seamos inconscientes y recordemos que esto no es la norma y si nos pasa algo estando fuera, habrá que hacer frente a unos costes que nos podemos ahorrar si llevamos un buen seguro de viajes.
Contrata un buen seguro de viajes para toda la familia. Nosotros viajamos con el IATI Familia, que además cuenta con atención pediátrica las 24h. (No hace falta recordarte que dispones de un 5% de descuento en IATI por ser lector de conmochila)
Visita al centro de vacunación internacional
Cuesta poco hacer una visita al médico del centro de vacunación internacional. Los profesionales nos dirán qué vacunas hacen falta y cuáles se recomiendan, pero además de eso, nos darán consejos valiosos para evitar contraer enfermedades infecciosas.
En nuestro caso también ha sido siempre una forma de tranquilizarnos, es verdad eso de que la información empodera a uno. Recuerda que suelen estar bastante saturados y tendrás que pedir cita con bastante antelación.
Botiquín
Como ya hemos dicho, lo más importante a la hora de viajar con un bebé es hacerlo con un buen seguro de viajes con el que os atiendan enseguida cuando sea necesario. Pero algo también totalmente recomendable es llevar un buen botiquín de viaje con lo más básico:
- Termómetro: que no se os olvide meterlo para detectar pronto la fiebre.
- Paracetamol e ibuprofeno (los famosos apiretal y dalsy) para la fiebre y el dolor.
- Probiótico: por si se alarga la diarrea.
- Material para curas: un antiséptico cutáneo como clorhexidina o cristalmina, gasas y apósitos/tiritas
Y ya puestos a hablar de viajar con niños, si nos preguntas, hay algunos destinos que nos parecen una maravilla para viajar con niños.
Tailandia con niños
Hemos dicho que mejor viajar durante la estación seca, pero nosotros recomendamos también no esperar a los últimos meses de esta época porque son demasiado calurosos.
Marzo, abril, y principios de mayo, justo antes de que empiecen las lluvias, pueden llegar demasiado calurosos, con temperaturas que rondan los 40 grados y eso para un bebé o niño pequeño, termina resultando desagradable, porque al final te pasas el día huyendo del sol y encerrado en lugares con aire acondicionado.
¿La mejor época para viajar a Tailandia? Enero y Febrero.
Chiang Mai, nuestro antiguo hogar
¿Quedará algo por decir de esta bonita ciudad por nuestra parte? No lo creo; lo podéis comprobar leyendo la guía. Nos acogió todas las veces que la visitamos, nos hizo la vida sencilla cuando nos pusimos a vivir allí y ha hecho muy agradable nuestras estancias con Andreu. Si hay un lugar en Tailandia para ir en familia ese es Chiang Mai.
Islas y playas de Tailandia
Para mí, las dos mejores islas de Tailandia para viajar en familia son Koh Phangan y Koh Lanta. Ambas tienen varias playas para elegir, carreteras decentes por las que transitar, mucha variedad de alojamiento, restaurantes para todos los gustos y es fácil acceder a ellas. Podéis investigar un poquito más de cada una en sus respectivas guías.
Es verdad que en Phuket también encontraréis de todo, pero no el ambiente mochilero de otras islas, por eso no es lo que solemos recomendar de primeras.
Si os va el rollo resort en la zona de Khao Lak encontraréis muchísimos sin las aglomeraciones de Phuket. Ya sabéis que en este tipo de alojamiento vacacional es más fácil encontrar infraestructuras y actividades adaptadas a los niños.
De todos modos, no se me antoja demasiado complicado viajar a ninguna de las islas de Tailandia con niños (descartaría Koh Lipe por el difícil acceso), podéis echar un vistazo a las características de muchas de ellas en este artículo Las mejores islas de Tailandia y la mejor época para visitarlas
Bangkok
Yo no describiría Bangkok como un lugar idóneo para viajar con niños, pero teniendo en cuenta que si vas a Tailandia o incluso a países del sudeste asiático vecinos, es muy probable que tengas que pasar por esta gran ciudad sí o sí. Está bien saber lo que os vais a encontrar.
Para mí el problema más grande de la capital es el tráfico y la hostilidad que puede percibir el peatón. Las aceras pueden desaparecer de repente en algunas calles, los pasos de cebra están escondidos o no los hay y en algunas calles anchas no sabes por donde cruzar. Todo eso con un carrito o un niño muy activo puede llegar a ser agobiante.
Lo mejor es buscar alojamiento cerca de alguna estación del metro o el BTS (metro aéreo o skyline), pero es probable que tengáis que necesitar echar mano de taxis en algunas zonas.
Malasia con niños
Otro país especialmente apto para viajar con niños es Malasia. Sus carreteras son mucho más seguras que en muchos de sus vecinos del sudeste asiático, es un país con destinos variados para todos los gustos, tiene varias ciudades de tamaño mediano perfectas para pasar unos días en familia y cuenta con playas bonitas.
Ciudades de Malasia
La capital de Malasia es enorme y abrumadora, sobre todo si se visita en una época especialmente calurosa. Mi recomendación aquí también es que busquéis alojamiento cerca del metro para poder moveros por Kuala Lumpur de forma fácil, segura y sencilla.
Sin embargo, me parecen mucho más amigables con las familias las ciudades malayas de Melaka o Georgetown, ambas con zonas de mucho menos transito y muy agradables para dar paseos.
Playas de Malasia
Las islas de playas más populares de Malasia son Pulau Perhentian y Pulau Tioman. Ambas carecen de carreteras y para moverse por ellas se suele hacer a pie o en taxi boat.
A Tioman se llega en ferry y a las Perhentian en una barca no muy grande, algo por lo que os recomendamos encarecidamente mirar primero como está el mar, porque pueden llegar a dar saltos muy grandes.
Laos con niños
El viaje a Laos, con niños muy pequeños, lo limitaría a las zonas por las que pasa el tren, como son la preciosa Luang Prabang, la capital Vientián y, si queréis algo un poco más rural y añadir un poquito de aventura, Vang Vieng.
Conocemos las carreteras de este país después de haberlo recorrido en autobús y más tarde hacer una ruta en moto por Laos, y no es algo que nos apeteció repetir con Andreu. Trayectos largos + carreteras en mal estado + nula seguridad en el vehículo no son una buena combinación.
Finalmente, sin saber si os hemos animado a hacer el viaje o os hemos terminado de convencer de quedaros en casa, solo nos queda decir que, a pesar de todos los momentos de tensión, estrés y cansancio, nosotros repetiremos.
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